PREVALENCIA
 

El papel de la mujer en la epidemia tabáquica es crucial y no sólo por las repercusiones que el consumo de tabaco pueda tener sobre su organismo, sino por el rol que la mujer ocupa dentro de la sociedad. Ello hace que se deba contemplar el aspecto de género en los programas y acciones dirigidos a controlar la denominada “Enfermedad Publicitada”, como define la Dra. Gro Harlem al tabaquismo.

En la conferencia “Las Mujeres y el Tabaco: comprender el pasado, cambiar el futuro” (París, Noviembre de 1998), se puso de manifiesto que el tabaquismo en la mujer era uno de los problemas sanitarios más preocupantes a nivel mundial por el incremento que el consumo de tabaco está teniendo en la población femenina, por el aumento de aparición de patologías comunes a la especie y específicas de género, y por las características de inicio, mantenimiento y cesación de su hábito tabáquico, instado a que se articulen medidas capaces de controlar esta situación.

Efectivamente, en Europa el porcentaje de mujeres fumadoras continúa creciendo en diversos países, entre los que se encuentra España, donde se ha pasado de una prevalencia de consumo en la población femenina del 17% en 1978 al 27% en 1997. Además, en el grupo de edad de 15 a 18 años fuma el 31,4% de las mujeres, frente al 23,1% de los varones.

Aunque, por la estructura de la epidemia tabáquica, las consecuencias en términos de salud ocasionadas en la mujer no han sido muy evidentes hasta ahora, en el momento actual en la mayoría de los países industrializados las repercusiones del tabaco en la salud de las mujeres están comenzando a tener (e incluso en algunos países ya tienen) una magnitud preocupante. Datos como que en Europa la mortalidad por cáncer de pulmón en la mujer se ha duplicado desde 1973 a 1992 (18.882 a 36.772), que en Estados Unidos desde 1987 mueren más mujeres por cáncer de pulmón que por cáncer de mama; que las tasas de mortalidad por EPOC en la mujer se han visto incrementadas en un 73% desde 1979 en Estados Unidos o, sencillamente, que el adelanto de la menopausia y un mayor riesgo de osteoporosis y fracturas en las fumadoras determinan no sólo una disminución de su cantidad sino también de su calidad de vida.

Esta situación se agrava en Europa al observar que la tendencia demográfica en este continente apunta hacia una población más anciana sobre todo en el caso de las mujeres. Mientras que los hombres de 75 años pueden tener la esperanza de vivir otros 9,6 años con una media de 3,1 años de dependencia, las mujeres de la misma edad pueden vivir otros 13,2 años con 6,1 de dependencia. Las enfermedades coronarias, los cánceres de ovarios, cuello uterino, mama y pulmón, la osteoporosis y la depresión, son los cuatro principales problemas que van a deteriorar su salud. Sin ir más lejos, actualmente en España las muertes atribuidas al tabaco representan el 68,8% de la totalidad producida en las personas de 65 y más años.

También existe diferencia de género en cuanto al mantenimiento del hábito. Así, independientemente de la adicción nicotínica, uno de los factores que animan a la mujer a continuar fumando es el miedo a engordar. De mantener esta creencia se ha encargado muy bien la industria tabaquera desde que en los años 30 la American Tobacco relanzara al mercado “Lucky Strike” utilizando famosas estrellas del cine y modelos que utilizaban el mensaje “Para mantener una esbelta figura… opta por un Lucky en lugar de por un dulce”. En dos años se convirtió en la marca de cigarrillos más vendida en Estados Unidos y, en menos de una década, consiguió que el 18% de las estadounidenses consumieran tabaco. Lo cierto es que numerosos estudios demuestran la existencia de una relación inversa entre el consumo de cigarrillos y el peso corporal. El control del peso en la mujer es una motivación significativa para el mantenimiento del hábito y responsable de más del 50% de los fracasos en los intentos para dejar de fumar, debido en buena parte a la percepción alterada del peso ideal que presentaban numerosas mujeres. Introducir estrategias dietéticas y control del peso en los programas de deshabituación tabáquica se hace imprescindible para obtener un incremento de la eficacia de estas intervenciones.

Otro de los factores que influyen en el mantenimiento del hábito en las mujeres es el estrés, derivado en la mayoría de las ocasiones del exceso de presión al que se hayan sometidas como consecuencia de las demandas a las que tienen que atender fuera y dentro del hogar, considerando el consumo de tabaco como una recompensa.

Sin duda, una de las características de consumo de tabaco en la mujer es la utilización de formas light que, lejos de perjudicar menos su salud, lo que persiguen es fidelizar su consumo y obstaculizar la cesación del hábito. Uno de cada cuatro fumadores estaría dispuesto a abandonar el consumo si creyera que estos cigarrillos tienen los mismos efectos que los convencionales. No se sabe cuántos fumadores habrían abandonado el consumo si supieran que los cigarrillos light no son inocuos, pero se estima que entre un 10% y un 20% de las fumadoras habría dejado de fumar en lugar de optar por cigarrillos light , lo que supondría entre dos y cuatro millones de mujeres en la Unión Europea. El concepto light seduce a las mujeres y la estrategia de la industria tabaquera promocionando cigarrillos light de marcas conocidas ha desbancado a las marcas de cigarrillos pensados exclusivamente para las mujeres.

Además de estas consideraciones en las que la mujer es víctima del tabaco, sería importante hacer partícipe a la mujer en el control del tabaquismo desde su papel dentro del núcleo familiar en su doble faceta de modelo y agente de salud, ya que el largo proceso de aprendizaje que requiere la adopción del hábito tabáquico comienza prácticamente desde el nacimiento. En la fase de preparación, donde se aprenden las conductas instrumentales específicas y se adquieren las actitudes y creencias positivas que los adultos significativos exhiben, la mujer es protagonista ya que en el núcleo familiar es ella quién adopta el papel más significativo como agente de salud y educadora al transmitir creencias, actitudes, valores y normas al resto de los miembros de la familia, además de constituirse en un modelo a imitar por éstos. Asimismo, la condición de madre y la educación recibida a lo largo de los siglos, definida por su condición de género, hace que todavía hoy la mujer ocupe y desarrolle roles específicos y diferenciados dentro del ámbito sanitario. Así, se convierte en el elemento más importante de transmisión de mensajes entre el profesional de la salud y los componentes de su familia al realizar más visitas al médico que los varones. El 28,2% visitó al médico en las últimas dos semanas frente al 22,% de los varones, haciéndolo no sólo por necesidades propias, sino también en representación de otros miembros de la familia.

En definitiva, el conocimiento y la comprensión de los factores que condicionan el consumo de tabaco en las mujeres es imprescindible para llevar a cabo intervenciones específicas de género basadas en la evidencia de la investigación.

La experiencia adquirida en los países desarrollados debe servir para que las mismas situaciones no se reproduzcan en los países que aún se encuentran en vías de desarrollo y donde la prevalencia de consumo de tabaco en las mujeres es del 2% al 10% en el momento actual.