El Camino de Santiago en Bicicleta
Segundo Viaje

Día segundo: Los montes de Navarra

Dormí toda la noche de un tirón sin tormentas ni aguaceros que me despertasen. Suena el despertador a las 6:40 y me quedo dormido un rato más. Después preparo el equipaje, desayuno unos donuts con leche que había comprado el día anterior en un supermercado, y a las 7:30 me pongo a pedalear. No siento el cansancio de la etapa de ayer con lo que los primeros kilómetros son rápidos. Pamplona me gusta mucho. La ruta trazada entra por el puente levadizo de las murallas de la ciudad. Arriba una bonita vista y luego a continuar por parques, calles, y finalmente un bello puente sobre el río.

Flecha Amarilla Pamplona me da la bienvenida por la entrada del puente levadizo de las murallas de la ciudad.

He encontrado ya a varios peregrinos en bici. Un grupo de chicos de París comienza el camino desde Pamplona en ese mismo momento. Como buenos franceses, van todos con un pan atado en la parte superior de su equipaje. Veo a un ciclista de aspecto oriental y a otros pocos más.


Flecha Amarilla Un peregrino a pie se esfuerza subiendo las murallas de la ciudad de Pamplona.

Comienza aquí la subida al alto del Perdón, de 730 metros, que sería el techo de la etapa de hoy. Adelanto en la subida a muchos peregrinos que madrugaron más que yo. Al llegar al alto me impresionan los molinos de viento, que tanto estropean las vistas del monte desde lejos, pero que ayudan a contaminar menos. Hacen un ruido grave que estremece.


Flecha Amarilla El pueblo de Galar destaca por encima del dorado trigal ya cosechado. Al fondo, el alto del Perdón, que es preciso cruzar.

La bajada es muy pedregosa, de esas que se llaman técnicas (que quiere decir que si eres un ciclista de montaña normal te tienes que bajar de la bici). Luego me sorprendería encontrar un terreno donde se sucedían estas bajadas “técnicas” con sus correspondientes subidas también “técnicas”.


Flecha Amarilla Me enamoró el Camino a su paso por los montes de Navarra.

El paisaje de los montes de Navarra es impresionante, destacando las zonas de bosques sobre las extensiones primero de cereal ya dorado, y luego de vides verdes.


Flecha Amarilla En el Camino se encuentran algunas cruces en memoria de personas fallecidas en plena peregrinación.

La primera parte de la etapa había sido dura y lenta, pero divertida. En cambio, a partir de la una de la tarde el calor comienza a apretar y se hace molesto. Sopla un viento suave y especialmente ardiente al pasar por los trigales. Las subidas se hacen muy cansadas. Hacia las dos no puedo más por el calor y busco refugio en un restaurante, por fortuna climatizado, donde empleo una hora y media en refrigerarme y dar buena cuenta de una ensalada y una chuleta.


Flecha Amarilla El espectacular puente del siglo XII que mandó construir la reina doña Mayor, y que da nombre a la localidad de Puente La Reina.

Flecha Amarilla A la salida de Cirauqui el Camino coincide con la calzada romana de Iguste, que salva el barranco con un puente aún en uso.

Después, al salir de nuevo al campo, el calor sigue apretando y decido continuar pero bajando mucho el ritmo, para generar menos calor interno. ¡Nunca nos conformamos con lo que tenemos! ¡Cómo echo de menos el frío (no tanto la lluvia) de mi primer viaje!


Flecha Amarilla Al poco de salir de Estella (o Lizarra), una fuente de la que mana vino y otra de agua ofrecen al visitante un momento de relax.

Hacia las seis de la tarde llego a Torres del Río, un pequeño pueblo con un par de Albergues y una curiosa réplica del Templo de Jerusalén llamada la Iglesia del Santo Sepulcro, construida en el siglo XII. La guía dice que el próximo albergue está a 10 kilómetros con más subidas y bajadas por recorrer, por lo que decido quedarme, después de haber pedaleado hoy unos escasos pero muy “técnicos” 80 kilómetros. Hay unos pocos peregrinos alemanes en el albergue. Están tristes porque Alemania no se había clasificado para la final del campeonato del mundo de fútbol.

Cuando llamo a Paula y le cuento las peripecias del día hago un repaso de las mejores estampas. Hay una que me emocionó por los cálidos recuerdos, que fue el paso al lado del hotelito donde pasamos un fin de semana de ensueño el año pasado por nuestro aniversario. También me quedo con la bella entrada a las murallas de Pamplona, los montes y campos de Navarra, y la calidez de los pequeños pueblos, en donde un bocadillo y un refresco valían 3 “euricos”.

Mientras escribo estas líneas pienso ya en la etapa de mañana, en la que atravesaré La Rioja. Será probablemente otro día de mucho calor, por lo que intentaré que mañana no se me peguen las sábanas (o el saco de dormir en este caso), para así aprovechar el fresco de la mañana.

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