El Camino de Santiago en Bicicleta

Día tercero: llegamos al Camino

Flecha Amarilla Continuamos en la Vía Verde del Canal de Castilla

Salimos hacia las 8:30 después de recoger la tienda y desayunar. La noche fue fresca pero el sol asoma y ya va calentando el ambiente. El avance por el Canal de Castilla el día anterior fue lento, por lo que decidimos aprovechar una carretera secundaria durante unos kilómetros, y luego seguir por el Canal. Por la carretera avanzamos muy rápido. Luego en el canal, más lento. En uno de los tramos nos volvemos a equivocar y tomamos un camino muy cerrado por la maleza, donde avanzamos apenas a 8 kilómetros por hora. Los cardos y zarzas nos hacen algunos rasponazos en las piernas y las manos. Luego, otra vez el camino bueno.

Encontramos a una familia de Bilbao haciendo el Canal. El hijo pequeño, de unos cuatro años de edad, avanza como un campeón por el camino de tierra y piedras. Coincidimos allí mismo con un grupo de madrileños que hacen el Canal en sentido contrario. Paramos un rato a charlar. Esto es lo que espero del Camino de Santiago, más adelante.

Flecha Amarilla Cicloturistas “canaleros” bajo el puente de Osorno

Frómista es nuestro primer contacto con el Camino. Poco antes de llegar, una monja que camina por la carretera nos saluda y nos pide que abracemos al Santo de su parte. Me sorprende al llegar al Camino la gran cantidad de peregrinos. Es un río de gente, unos a pie y otros en bici. No parece que vayan a caber todos en Santiago. Me sorprende ver que algunos, pocos, caminan descalzos. ¿Será alguna promesa? Otros caminan con evidentes signos de fatiga extrema. Se balancean sobre un pie y luego sobre otro, con un gesto de dolor a cada paso. Se entreven en las sandalias las vendas que tapan las ampollas. No lo entiendo. Supongo que es lo mismo que le pasa a Paula, que no entiende por qué hago el Camino.

Flecha Amarilla Recta y llanura bajo el sol de Castilla

Hay muchos extranjeros. Me sorprende ver muchas chicas y mujeres, unas solas y otras en grupos. Me llena de esperanza ver cómo poco a poco la igualdad entre el hombre y la mujer se va haciendo realidad en todos los ámbitos. También en el Camino. Pienso en que mi hija Ana tendrá la suerte de vivirla.

Paramos a tomar un bocadillo y a ver la Iglesia de San Martín, bello ejemplo del arte románico. Al salir de Frómista nos enfrentamos por primera vez al Camino Francés, el más tradicional. Me sorprende ver que es un poco feo, con un camino de piedra justo al lado de la carretera. Como luego comprobé, mejoraría cada día hasta llegar a sus etapas más hermosas y también más duras primero en León y luego en Galicia.

Comemos en Carrión de los Condes y luego echamos una siesta en un parque junto al río, para pasar las horas de más calor. Primero es todo paz y tranquilidad hasta que alguien enciende un sistema de megafonía por el que empieza a cantar Bisbal. Nos vamos.

Flecha Amarilla El descanso a las orillas del río Carrión

Habíamos oído que los albergues estaban muy llenos por lo que reservamos habitación en un hostal en Calzadilla de la Cueza. Luego comprendimos que nos habíamos equivocado, pues el albergue tenía plazas y un aspecto estupendo, incluso con piscina. Después de la ducha caliente, reparadora, la cena, también reparadora. Hablamos con un peregrino de Bilbao, que nos cuenta que para él el Camino representa la capacidad de superación y de sufrimiento. Ha recorrido 53 kilómetros a pie ese día y no comprende a la gente que "sólo" hace 15 o 20 kilómetros al día. Nosotros hemos hecho 91 kilómetros hoy y también tenemos capacidad de sufrimiento, pero ¡no tanta!

Los peregrinos se relajan en la terraza del albergue en silencio, escribiendo en sus diarios como yo hago ahora. En el pueblo hay fiestas y una orquesta ameniza la tarde subidos en un carro. Pero casi toda la audiencia es gente del pueblo. Los peregrinos se relajan en silencio.

Flecha Amarilla La orquesta ameniza las fiestas del pueblo en Calzadilla de la Cueza

Cuando Paula me pregunta esa noche por el móvil ¿qué tal el día? le respondo lo que siento en mi interior: disfruté cada kilómetro.


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