El Camino de Santiago en Bicicleta

Día cuarto: León

Durante la noche me ha dolido bastante la rodilla y me hacía pensar en la temida tendinitis que te manda para casa. Por suerte el organismo trabaja por la noche reparando los daños y al día siguiente no había rastro del dolor. No me dolerían ya las rodillas en el resto del recorrido.

Desayunamos y salimos hacia las 8:10, cuando ya empezaba a calentar el día, que resultaría el más caluroso del viaje. La colada del día anterior no se había secado, así que tendí la ropa en el transportín de la bici, para que se fuese secando. Algún conductor se mofaría luego, espero que cariñosamente, de mis calcetines.

Flecha Amarilla Secando la colada en el transportín de la bici

A primeras horas del día, con el fresco y las fuerzas intactas se devoran los kilómetros de la llanura castellano-leonesa. Observamos al Norte los Picos de Europa en la lejanía, mientras atravesamos tierras de cultivo y algunas lagunas. El Camino se ha tornado muy bonito y ya no vamos junto a una carretera con tráfico.

Nos encontramos con una pareja de San Sebastián que hacía el Camino en bici. Él era primo de un famoso ciclista, pero la gran aficionada a la bicicleta era ella. Le ayudamos a echar aceite a su cadena chirriante.

Al acercarnos a León volvimos a encontrarnos un camino de piedra junto a la carretera, con muchísimo tráfico, en un tramo penoso, con mucho polvo y calor. Al llegar a León había que entrar en sentido de circulación inverso por el arcén de una autovía. Se nos ponen los pelos de punta. Luego la ciudad es más tranquila y llegamos rápidamente a la Catedral, magnífica. Comemos allí y luego repetimos la siesta al lado del río del día anterior. Esta vez, incluso, no cantó Bisbal.

Hacia las cinco salimos hacia Astorga pasando por caminos insospechables y túneles a través de un laberinto de autopistas y carreteras, como si fuésemos ratoncillos atravesando muros de piedra a través de pequeños agujeros.Un suspenso para León.

El paisaje ha cambiado, pues hay más monte y árboles, y menos terrenos llanos cultivados. El camino se hace muy largo, con cuestas y viento muy fuerte en contra, y mucho calor. Cuesta llegar, pues la etapa es ya de 100 kilómetros y las piernas lo saben. Al llegar a Villadangos del Páramo damos por terminada la etapa. Una ducha relajante, la cena, y directamente a la cama.


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