Una
nueva estrategia europea pretende frenar la degradación de los suelos |
Bruselas, 26 sep (Abc).-
La contaminación de los suelos, la erosión, la pérdida de materiales
orgánicos, la compactación, los desplazamientos del terreno, la
salinización y la impermeabilización se han convertido en una amenaza
inminente para los suelos españoles y de toda la Unión Europea, que se
han visto sometidos a agresivas prácticas agrícolas e industriales y
al maltrato derivado del turismo y del constante desarrollo urbano.
Los fatales efectos de estos fenómenos sobre la salud humana y animal
a causa de una peor calidad del agua, del aire y de los alimentos, y
el impacto negativo sobre los ecosistemas, el cambio climático, la
prosperidad económica y la calidad de vida de los europeos, han
despertado la preocupación de la Comisión Europea que ha llamado la
atención de los Estados y ha lanzado una estrategia para la
preservación, protección y restauración de sus suelos.
Según la propuesta de la CE los Veinticinco tendrán que elaborar un
inventario de las zonas contaminadas que se encuentran en su
territorio en un plazo de 25 años y deberán tomar medidas de
saneamiento e impedir cualquier contaminación suplementaria. La nueva
directiva marco pide, además, a los Estados miembros que enumeren las
zonas en las que existe el riesgo de erosión, de pérdida de materiales
orgánicos, de salinización y de desplazamientos de tierra y les insta
a poner en marcha medidas que reduzcan estos riesgos.
Y es que la acelerada degradación de los suelos que ha acechado a
Europa durante los últimos años ha supuesto un gasto de 38 billones de
euros anuales, una cantidad desorbitada frente a los 2 millones de
euros que, según Bruselas, costará la identificación de las zonas de
riesgo, y los 51 millones anuales para el inventario de zonas
contaminadas. Por último, la CE prevé un gasto de 240 millones de
euros anuales en investigación durante los veinticinco años.
Más de 300 tipos de suelos
No obstante, en una Europa que cuenta con 320 tipos de suelos
diferentes, la CE ha anunciado que será flexible y dará libertad a los
Estados miembros para que definan sus propios objetivos y medidas de
actuación en función de su realidad. Hasta ahora, tan sólo nueve
países habían desarrollado legislaciones para el cuidado de sus
suelos, y se limitaban a riesgos muy específicos como la
desertificación en España.
Según la CE, 115 millones de hectáreas (el 12% del total de la
superficie europea) sufren el desgaste producido por la erosión del
agua y 42 millones por la del viento, un deterioro que tiene difícil
recuperación ya que el aumento de algunos centímetros del suelo puede
llevar cientos de años.
Según la CE, el Valle del Ebro es uno de los ejemplos más evidentes de
la degradación del suelo a través de la salinización o acumulación de
sales solubles en la tierra, un proceso que afecta a más de 3,8
hectáreas en toda Europa y que se debe al uso de fertilizantes
artificiales y a la manera en que el hombre altera los flujos
naturales de agua para la irrigación.
Las regiones mediterráneas de la UE, junto a las alpinas, están
amenazadas a su vez por los terremotos, que suelen concentrarse en
zonas con subsuelos arcillosos, abundantes precipitaciones y tierras
abandonadas. La superficie europea cubierta con materiales
impermeables representa un 9% en la UE, una cifra que se ha
incrementado en los últimos seis años como consecuencia de la
expansión urbana.
No obstante, la erosión constituye una de la mayores amenazas y hoy
son 115 los millones de hectáreas (el 12% de la superficie total
europea) los afectados por la erosión del agua y 42 millones los
sometidos al desgaste producido por el viento.
El proceso de compactación afecta, según las estimaciones de Bruselas,
a alrededor del 34% de los subsuelos europeos y la contaminación a
aproximadamente 3,5 millones de terrenos.
Por Laura Villena (Abc).
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