Los minerales no abundan. El
Norte agotó sus recursos naturales más allá de sus fronteras y no
tiene intenciones de abandonar derroche y consumismo.
En el año 1900 Estados Unidos
extraía minerales de cobre con una ley promedio del 5% y en la
actualidad es inferior al 0,4%; diferencia abismal que indica la
escasez del recurso. Sin embargo, los precios mantienen su brusca
caída merced a la extracción de volúmenes mayores de mineral, de
ley cada vez más baja.
Dadas las condiciones, la
industria minera ideó un método siniestro. Primero detecta de
manera satelital los yacimientos, aquellos sitios donde hay más
concentración de minerales, generalmente diseminados en
extensiones kilométricas y, por supuesto, poli metálicos. Y luego
aplica un cóctel de sustancias químicas que le permite atrapar el
mineral sin importarle secar acuíferos, desviar ríos, destruir
glaciares y volar montañas con promiscuidad dinamitera a cielo
abierto. El método no se caracteriza por mantener normas
industriales de desarrollo sostenible ni por remediar el daño
producido, tarea por demás imposible; para las empresa mineras lo
importante es capturar entre el 96 al 99% del oro contenido en la
roca y en invisibles partículas diseminadas en miles de hectáreas.
El agua es el principal insumo de
este sistema extractivo. Mezclada con la sopa química les permite
regar (lixiviar) apiladas concentraciones de roca que quedarán
eternamente contaminadas (un anillo de oro de una onza produce 20
toneladas de residuos), abandonando tóxicos que llegarán a las
aguas superficiales y subterráneas a veces muchos años después de
cerrada la mina.
Es decir, estamos en presencia de
la fusión de dos industrias: la minera y la química para obtener
minerales que antes no existían, porque su extracción no era
rentable. Ahora, donde no alcanza el ojo humano llegamos con el
compuesto químico y hacemos que el mineral de baja ley sea un buen
negocio. En el camino aparecen metales pesados propios de la
eutrofización creada por el hombre con esta actividad, como plomo,
mercurio, zinc, cadmio, cobre entre muchos otros, además de
metaloides como el arsénico, frecuente en la Cordillera de los
Andes, movilizados por la acción de las soluciones de cianuro y
del ácido sulfúrico, parte de las múltiples sustancias vertidas en
los suelos por esta minería.
Ahora bien, para obtener estos
minerales de baja ley, se requiere importantes fuentes de energía.
Si tomamos el caso del complejo
minero de Barrick Gold Corpotarion en Veladero y Pascua Lama (oro,
plata, cobre y mercurio, entre otros minerales), advertimos que se
necesita por ejemplo la energía equivalente a la suministrada por
la central núcleoeléctrica de Atucha: más de300Mw de potencia
instalada para abastecer un complejo minero solamente.
Las multinacionales extractivas,
beneficiadas con la leyes que las excluyen del rigor impositivo
vigente, aún les exigen a los gobiernos la provisión de energía,
porque cuanto más baja es la ley de los minerales, mayor es el
costo de la energía que deben afrontar las empresas. Si pagaran
todos los insumos, costaría más la extracción de los minerales que
su valor en el mercado. En la provincia de San Juan, el pueblo
paga con la boleta del servicio eléctrico, la instalación de la
línea minera de energía, conocida como ?la línea de 500 Kv.?
Francamente, un despropósito que golpea en el esfuerzo
significativo de un pueblo que ve irse recursos no renovables y
encima contribuye para ello.
De modo que la rentabilidad del
mineral pasa por extraerlo sin mayores gastos, sin pagar
impuestos, con leyes permisivas apropiadas para consumar el
saqueo, que incluye degradación y contaminación ambiental,
encadenando el daño a múltiples ecosistemas aguas abajo,
centenarias áreas productivas de bienes agropecuarios e
innumerables comunidades perjudicadas a las que se les impide el
desarrollo de economías genuinas y estables, incompatibles con las
explotaciones mineras.
Nos queda la esperanza al saber
que la propia escasez del recurso agua terminará por abandonar
este sistema extractivo. De hecho, muchas zonas con importantes
yacimientos diseminados tienen escasa dotación de agua. ¿Es
ilimitada la que hay en la Cordillera de los Andes, paradigma de
las nacientes de los ríos, donde se hallan miles de glaciares que
escurren hacia valles y pueblos, a ambos lados de ella?. El cóctel
químico minero requiere enormes volúmenes de agua en un planeta
que denuncia su escasez.
Y finalmente, cuanto más baja es
la ley del mineral, mayor cantidad de residuos, montañas de
escombros que modifican y degradan geografía y hábitat. De manera
que el ingenio humano ha puesto un sistema extractivo letal, sobre
todo para los pueblos del Sur, en regiones que un par de décadas
atrás no contaban con yacimientos, por ejemplo, no contaban con
oro. Este método extractivo perverso hizo que apareciera.
Movimiento Antinuclear del Chubut(MACH)-Sistemas Ecológicos
Patagónicos(SEPA)
Red Nacional de Acción Ecologista (RENACE)
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