POSTGRADO OFICIAL EN INGENIERÍA AMBIENTAL 

            Universidad de Cantabria y Universidad del País Vasco

 

  SUELOS: FENÓMENOS FÍSICOS, QUÍMICOS Y BIOLÓGICOS


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Una tercera parte de la superficie terrestre está amenazada por la desertificación

Bruselas, 19 jun (Aquí Europa).- Más de 250 millones de personas padecen directamente los efectos de la desertificación, un problema que amenaza a una tercera parte de la superficie terrestre, es decir, a más de 4.000 millones de hectáreas. Con motivo de la celebración esta semana del Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía, el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, hizo un llamamiento a los gobiernos mundiales para que combatan este fenómeno, al que consideró causa y consecuencia de la pobreza.

El Día Mundial contra la Desertificación, designado por la ONU, se celebra desde que en 1994 se adoptase la Convención de Naciones Unidas para combatir este efecto. El secretario general de la ONU recordó ayer que se trata de uno de los problemas más graves que afectan a nuestro medio ambiente, y en especial a los países pobres. "Luchar contra la desertificación es una parte integral de nuestros esfuerzos por erradicar la pobreza y garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo", subrayó Annan.

Los habitantes más pobres del planeta suelen ser los más afectados por la desertificación, ya que, muy a menudo, su subsistencia depende de la tierra. La población que vive en zonas secas ve su miseria agravada, y su situación sanitaria y alimentaria se deterioran. Según datos de Naciones Unidas, 135 millones de personas podrían verse obligados a desplazarse por efecto de la desertificación.

De hecho, entre 1997 y 2020 se espera que el número de personas que abandonen las áreas afectadas por la sequía en el África subsahariana se eleve a 60 millones, que podrían dirigirse al norte de este continente y a Europa. Aunque la desertificación afecta en mayor medida al continente africano, se trata de un problema muy generalizado en el resto del mundo. Más de un 30% de las tierras de los Estados Unidos están afectadas por la degradación. Una cuarta parte de América Latina y el Caribe son desiertos y tierras secas.

Sequía en España

En España la situación también es grave. El 31% de las tierras españolas corre el peligro de desertificarse. Este problema afecta especialmente al litoral costero Mediterráneo, no sólo español, sino de toda Europa. Cerca de 300.000 km2 de la costa mediterránea sufren las consecuencias de este fenómeno. A los efectos medioambientales de la desertificación, se añaden los enormes costes que supone la recuperación de los terrenos. Sólo en España y Túnez los costes de la desertificación han sido evaluados en 200 millones de euros, para el primero, y 100 para el segundo.

A nivel mundial, se estima que el volumen de ingresos anuales perdidos a causa de la desertificación en las áreas directamente afectadas por este fenómeno asciende a cerca de 42.000 millones de dólares. No obstante, los costes económicos y sociales indirectos podrían ser mucho mayores.

Desde el punto de vista ecológico, la sequía de la tierra tiene como consecuencia el deterioro de la calidad del agua, la salinización del suelo y la deposición de lodo en ríos y embalses. Los suministros mundiales de agua potable han disminuido en casi dos tercios desde 1950, y cada año 12 millones de personas pierden la vida debido a la escasez de agua o por beber agua contaminada.

Sobreexplotación del suelo

Las principales causas de la desertificación son las actividades humanas y el cambio climático. Los cultivos y pastoreos abusivos y la deforestación están contribuyendo significativamente a la degradación del suelo. Esta sobreexplotación suele estar motivada por la presión económica de una mayor producción, cuando en realidad, a largo plazo, supondrá un mayor coste por la necesidad de recuperación de la tierra. La ignorancia, los errores y los desastres naturales contribuyen también a la degradación.

El cambio climático y la pérdida de la biodiversidad biológica están asimismo estrechamente ligados a la desertificación. En este sentido, es necesario coordinar las actividades humanas y las medidas para combatir este efecto.

El primer intento serio de lucha contra la desertificación se emprendió tras la gran sequía y hambruna del Sahel (África) entre 1968 y 1974. La Oficina de las Naciones Unidas para la región sudano-saheliana se creó en 1973, para ayudar a nueve países del África occidental propensos a las sequías. Posteriormente esta asistencia se extendió a otros países y regiones del mundo.

Convención contra la desertificación

En 1992, la Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo recomendó la redacción de una nueva Convención de Lucha contra la Desertificación. Ésta fue adoptada en París en 1994 y entró en vigor dos años después. Se trata del primer y único marco legalmente vinculante a escala internacional creado para hacer frente a este problema.

La Convención defiende el principio de coparticipación, para que tanto los países afectados por este problema como los países donantes mantengan una estrecha relación para combatirlo. De este modo, obliga a los países firmantes a garantizar que todos los actores concernidos de la sociedad civil cooperen en esta lucha mediante la determinación de prioridades, el desarrollo de programas a largo plazo y su puesta en marcha.

La aplicación de las medidas previstas por la Convención será más sencilla una vez que el Fondo para el Medio Ambiente Mundial se convierta en un mecanismo financiero y que los países firmantes hayan aprobado dichas medidas en una conferencia prevista entre agosto y septiembre de 2003.

Fuente: Fundación Entorno


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